El intrincado sentido de la palabra 'cultura'
Desde sus orígenes agrícolas hasta la reflexión filosófica, el término ‘cultura’ ha evolucionado, abarcando todo lo que define a una sociedad.
Fue en 2017 cuando la profesora Gemma Puigvert me explicó el origen etimológico de la palabra ‘cultura’ por primera vez –en el contexto de una clase sobre Cultura Clásica–. Decía que el concepto modernísimo de ‘cultura’ tiene, de hecho, un origen clásico. Proviene del latín cultus –colere– o cultura -ae que, entonces, hacía referencia al arte de hacer crecer plantas, a conrear. Cerca del siglo II a.C. Catón el Viejo detalló las costumbres romanas mediante un tratado que se traduciría como “Sobre el conreo de campos” (De agri cultura) y, un siglo más tarde, Cicerón se encargó de sentar las bases del significado más contemporáneo del término ‘cultura’.
En varias lenguas europeas, la palabra ‘cultura’ tiene sus bases en la acepción utilizada por Cicerón en su Tusculanae Disputationes. Este escribió acerca de una cultivación del alma o cultura animi, utilizando una metáfora agrícola para describir el desarrollo del alma filosófica, que fue comprendida teleológicamente como uno de los ideales más elevados para el desarrollo humano. Cicerón dijo: Ut ager quamvis fertilis sine cultura fructuosus esse non potest, sic sine doctrina animus. Se refería a la cultura como doctrina y declaraba que, el campo, aunque sea fructífero, sin cultivo no puede nacer; de la misma manera que un campo no puede ser fértil sin cultivo, así tampoco lo será el espíritu sin educación, es decir, sin cultura.
Con el tiempo, la palabra ‘cultura’ adquirió un significado más amplio que hace referencia a los valores, creencias, visión, forma de vida y prácticas de un grupo de individuos determinado, de una comunidad o sociedad en particular –entre otros significados–.
Uno de los pioneros de la antropología cultural, Edward B. Tylor, describió la cultura hacia finales del siglo XIX como un conjunto integral que abarca aspectos como el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, las leyes, las costumbres y todas las habilidades y hábitos que las personas adquieren al vivir en sociedad.
La definición, aunque extensa, no distingue claramente entre las diversas dimensiones que componen el concepto de cultura, pues las culturas humanas son mucho más homogéneas de lo que pensaron los antropólogos. Tylor y sus contemporáneos no anticiparon la complejidad y diversidad intrínseca de las culturas humanas, especialmente en contextos modernos. Lo cierto es que las culturas se hallan en constante transformación y eso dificulta su definición, ya que son entidades vivas que fluctúan con el tiempo, no se trata de un sistema cerrado y con máxima coherencia.
Es claro que a lo largo de la historia el término ‘cultura’ ha pasado por múltiples etapas definitorias y numerosas reinterpretaciones, dando como resultado gran cantidad de enfoques y diferentes perspectivas acerca de su significado.
Hemos visto que, en la antigüedad, el término cuyo significado nos trae hoy a reflexionar, se refería a la agricultura, a la producción de alimentos y más adelante, hizo referencia a la cultivación del intelecto, la nutrición del alma, de la psique –mente–. Así fue como comenzó la expansión del término al que se integraron las diferentes formas de vida de las distintas sociedades.
Durante la Ilustración el concepto de ‘cultura’ experimentó un gran cambio. Los filósofos de la época consideraban que la cultura era una herramienta fundamental para la construcción de una sociedad racional y libre de supersticiones. La cultura era entonces sinónimo de libertad, libertad intelectual, puesto que aquellos que permanecían en la oscuridad –hablamos del siglo de las luces– estaban sometidos.
La conclusión más acertada es que el término cultura ha sufrido varias transformaciones y ha sido objeto de intenso debate en un proceso constante de conceptualización.
La verdad es que a mí me gustaría reflexionar sobre lo que entiendo por cultura a día de hoy. Y para ello hace falta que reflexione sobre lo que significa ser humano. Aquello que nos convierte en humanos es nuestro lenguaje complejo, nuestra simbología y la sociedad, la civilización. El ser humano tuvo que adaptarse a un medio hostil creado para los más fuertes y destacó por su asombrosa capacidad de resiliencia. Para comprender la evolución del ser humano debemos entender su relación con la flora. Hubo un momento en que el ser humano frenó, se incorporó y miró más allá de la alta vegetación.
Me gusta imaginar que, en momentos posteriores a este instante, el hombre comenzó a mirar hacia las estrellas y reflexionó sobre su propia autotrascendencia, pero lo que pasó es que algunos homínidos evolucionaron hacia el bipedismo por pura supervivencia.
Con la reflexión nació parte de lo que ahora engloba el término cultura, puesto que se comenzó a gestar la mitología, se originaron las cosmovisiones y tuvieron lugar los primeros atisbos de religiosidad. La capacidad humana de conceptualizar su entorno, de darle sentido a lo que lo rodea, permitió la creación de narrativas que se constituyeron en los cimientos de la cultura tal como la entendemos hoy. Pensamientos como estos conforman lo que es ahora la cultura.